Comentario
A lo largo de la campaña de Francia, Bélgica y Holanda, los alemanes habían llevado a cabo sólo un número relativamente reducido de contraataques importantes, siempre frustrados. Los Aliados pensaban que la antaño poderosa Wehrmacht ya no podía recuperarse y, en términos generales, era así. Sin embargo, fiel a su idea fija de la resistencia a ultranza y engañado por su capacidad para autoengañarse, Hitler (y algunos mandos) van a tratar de ejecutar un contraataque masivo y sorpresivo, que -no se sabe bien por qué- consideraban decisivo para cambiar las tornas de la guerra (4).
Algunos generales, Rundstedt y Model en particular, eran contrarios a una gran ofensiva; preferían una acción reducida, sólo para sacar a los Aliados del río Roer, a causa de la escasez de material y reservas, y ante lo que consideraban una situación de prederrota. Pero Hitler insistió y ambos generales se doblegaron. Hitler consideraba que una táctica puramente defensiva no podía ganar la guerra. Pero Alemania, como sabían los generales, ya no podía ganarla, aunque nadie se atrevía a decírselo francamente al Führer; pensaban que lo único que se podía intentar hacer era contener a los soviéticos en el este y tratar de profundizar la brecha política existente entre Estados Unidos y la URSS, ya que la paz separada con los occidentales ya no era posible.
Pero la orden de Hitler era sin apelación. El éxito, según éste, estaba asegurado. Los alemanes llevarían ventaja al haber elegido ellos el escenario y el momento: las Ardenas, región quebrada y de difícil acceso, con pocas carreteras, y donde los Aliados no esperaban una ofensiva, y menos de envergadura. Se trataba de abrirse camino hacia Amberes y separar a británicos de norteamericanos, para aplastar luego a los primeros.
Se habían podido reunir poderosas fuerzas, de calidad aceptable, dotadas con bastantes vehículos, carros y aviones. Se disponía de 34 divisiones, 28 de las cuales para la ofensiva de las Ardenas como tal, y 6 para una ofensiva en Alsacia, poco después.
Se formaron tres ejércitos con las 28 divisiones, con cometidos diferentes: el VI Ejército Acorazado SS, de Sepp Dietrich, llevaría a cabo el esfuerzo principal en el norte de las Ardenas, para alcanzar el puerto de Amberes (rodeando Lieja), que era el objetivo estratégico básico, que se completaría tratando de formar una barrera estratégica entre la retaguardia británica y los estadounidenses, más al norte. En las Ardenas centrales el V Ejército acorazado, de Manteuffel, debería ejecutar un ataque complementario hacia el oeste, a través de las líneas americanas, por Namur y Dinant, alcanzando Bruselas y uniéndose al VI Ejército en Amberes. El VII Ejército, de Brandenberger, debía cubrir con infantería el flanco meridional, entre Luxemburgo y Givet, sobre el Mosa. El punto de ruptura sería la unión entre el IX y el I Ejército de Estados Unidos, que sólo tenía unas cinco divisiones en ese punto (zona Malmédy-Spa).
Se añadieron tres operaciones subsidiarias: tres días después del comienzo de la ofensiva principal, había que tomar Maastricht y evitar el ataque desde el saliente de Aquisgrán; una semana más tarde, había que atacar en el norte de Holanda y arrebatarles Breda a los canadienses. Una semana más tarde había que reconquistar el norte de Alsacia.